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Actividad de grupo
Tu yo del futuro te lo agradecerá
¿Alguna vez has hecho algo por ti en el pasado por lo que hoy te sientas agradecida? Por ejemplo, puede que hayas dormido toda la noche para poder concentrarte en una tarea al día siguiente. O quizá diste una vuelta a la manzana y después te sentiste más vigorizada. Estas acciones intencionadas diarias son ejemplos de autocuidado. El autocuidado es dar prioridad a tu cuidado físico, mental y emocional para crear una vida más satisfactoria y sostenible (en otras palabras, una vida de la que no quieras escapar).
Al igual que la autocompasión, el autocuidado a veces puede malinterpretarse. A menudo se confunde con autoindulgencia, evasión o aislamiento. No es infrecuente imaginar el autocuidado como retirarse de los demás y dedicarse a una actividad solitaria como dormir, darse un baño o meditar en medio del bosque. Sin embargo, el autocuidado no consiste en la desconexión. Se trata más bien de atender cualquier necesidad que tengas en ese momento, ya sea darte un baño, organizar una comida con un amigo o lavar el coche porque sabes que te sientes más tranquila después de ocuparte de esa tarea.
En definitiva, el autocuidado implica acciones diarias que te ayudan a controlar el estrés y a atender tus necesidades. Se trata de encontrar formas de disfrutar y enriquecer tu vida en lugar de encontrar formas de evitarla o escapar de ella.
Pasos de la actividad
Parte 1: Planear con antelación
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Parte 2: Mirar hacia atrás
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Técnica de conexión
Relajación muscular progresiva
La relajación muscular progresiva (RMP) se basa en la práctica de contraer y relajar intencionadamente los distintos grupos musculares del cuerpo. Este ejercicio no sólo ayuda a reducir el estrés, la ansiedad y la tensión muscular, sino que puede ayudarte a llevar tu atención en las distintas partes de tu cuerpo y todas las formas en que te sirve.
Comencemos.
Pasos de la actividad
- Colócate en una posición cómoda, sentada o tumbada.
- Suaviza la mirada o cierra los ojos.
- Dirige los dedos del pie derecho hacia tu cara y luego hacia fuera. Tensa los músculos del muslo y de la pantorrilla de la pierna derecha.
Aguanta... relájate.
- Dirige los dedos del pie izquierdo hacia la cara y luego aléjalos. Contrae los músculos del muslo y la pantorrilla de la pierna izquierda.
Aguanta... relaja. - Tensa ambas piernas. Aguanta... relaja.
- Aprieta la mano derecha en un puño, tensa el brazo derecho y lleva el antebrazo hacia el cuerpo.
Aguanta... relaja. - Aprieta primero la mano izquierda en un puño, tensa el brazo izquierdo y lleva el antebrazo hacia el cuerpo.
Aguanta... relaja. - Aprieta ambas manos en puños, tensa ambos brazos y lleva los antebrazos hacia el cuerpo.
Aguanta... relaja. - Levanta ambos hombros.
Aguanta . . . relaja. - Escoge otro músculo o grupo muscular.
Aguanta . . . relaja. - Si puedes, tensa todo el cuerpo.
Aguanta . . . relaja. - Cuando hayas terminado de tensar y relajar, dedica un momento para darte cuenta de cómo se siente tu cuerpo. Piensa en una parte concreta del cuerpo que hayas tensado y relajado y anota cómo te ha ayudado hoy ese músculo o grupo de músculos. (Por ejemplo: "Las pantorrillas me han ayudado a subir las escaleras esta mañana").